Continuando con nuestro trabajo sobre el bullying, nuestro equipo ha realizado un proceso para darle solución al problema de Carolina, para ello creamos una historia y luego la representamos en un cómic.
Esperamos que el proyecto que estamos realizando pueda ser tomado de ejemplo para otros docentes.
La
intolerancia en el silencio…
Transcurría
el año 2017 y aquella tarde no había sido la excepción para Carolina, quien contaba
con 17 años de vida y el año en curso era el primero en aquel colegio de
prestigio.
Sus
padres habían hecho lo imposible para que su hija lograra ingresar en aquella
institución y ella había puesto todo su empeño para aprobar el examen de
admisión.
Después
de unas semanas de ambientación dio inicio el curso 2017. El primer día, no
tuvo mayores problemas ya que los compañeros de antiguo ingreso se dedicaron a
ponerse al día sobre lo que habían hecho en vacaciones…
Así
pasaron varias jornadas. Una tarde, Carolina fue llamada por una docente para
leer una lectura en voz alta, ella se puso nerviosa y comenzó a tartamudear,
ante ese incidente algunos compañeros comenzaron a reírse… este fue el inicio
de una serie de sucesos que con el paso de los meses han hecho de Carolina una
joven insegura, con su autoestima por los suelos y un rendimiento muy bajo.
Esta
joven, con lágrimas que inundan su rostro, comenta que era una persona muy
alegre y sonriente, le gustaba relacionarse con todos, pero en el grupo en el
que está hay unos compañeros de antiguo ingreso que siempre dicen indirectas o
se burlan cuando ella tiene que exponer algo en público.
Admite
que en ocasiones los profesores llegan al salón de clases y ni siquiera se
percatan de su incomodidad o de las agresiones verbales de ese grupo, ella ha
intentado no prestarle atención, pero cuando hay que formar grupos y la dejan
con algunos de ellos la marginan e intentan no tomar en cuenta sus sugerencias.
A
pesar de todo lo incómodo que ha sido estar entre ese grupo, Carolina comenta
que hay compañeros de nuevo ingreso que le han tendido una mano amiga y algunos
docentes que han marcado la diferencia, preocupándose en hablar con ella, en
hacer dinámicas que involucren a todos los alumnos de su clase, trabajando
valores como la tolerancia, el respeto, la solidaridad, animándola a que no se
deje vencer fácilmente ante los comentarios de sus compañeros, recomendándole
hablar con sus padres u otros adultos en los que ella confíe y finalmente,
remitiéndola al Departamento de orientación psicológica, donde después de
algunas sesiones ella siente que no todo está perdido.
Gracias
a estas personas, en este momento, Carolina siente que se ha abierto una
rendija de esperanza que la está animando
a levantarse cada mañana para luchar contra cualquier obstáculo que le impida
desarrollar una nueva jornada de clases.
Esta obra está bajo una
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