LAS CULTURAS PRECOLOMBINAS

Un curso académico está a punto de iniciar y con él el estudio de la literatura en la época precolombina. ¡Qué lástima que en nuestro país no demos demasiada importancia a esta época de nuestra historia! Vivimos en un mundo globalizado, avanzado tecnológicamente pero bastante atrasado a  nivel cultural. Pocos nos preocupamos porque nuestros jóvenes conozcan los grupos étnicos que habitaron esta región. Casi nadie se siente orgulloso de tener raíces lencas (quienes poblaron una zona del oriente de nuestro país)  pipiles (el centro), pocomames (en parte del occidente). 
En este país es una ofensa que nos llamen indios, que nos digan que tenemos rasgos indígenas y todo ello porque nuestro nivel cultural es bajo. Admiro los países en los que sus pobladores visten con orgullo sus trajes típicos porque se sienten identificados con ellos; en cambio en El Salvador estos solo han quedado relegados para algunos bailes folclóricos o para representaciones diplomáticas, porque en el extranjero hay que mostrar algo que nos identifique.
En los últimos años  Izalco, Nahuizalco y Juayúa, entre otros,  son conocidos como Pueblos vivos, Ruta de las flores o lugares con un atractivo turístico que vale la pena. Pero ¿cuántos jóvenes conocen la historia de El Salvador en la primera mitad del siglo XX? Si nos documentamos un poco descubriremos que esta zona fue de importancia en la época precolombina y en el siglo XX vuelve a aparecer porque los acontecimientos de 1932 se centra también en esos municipios. Cuando visitamos esos pueblos nos llama la atención su belleza natural, el clima, la yuca, pero no ahondamos en su historia.
Pocos han leído y comprendido el Popol Vuh aunque la versión que tenemos sea una transcripción de Ximenez, ese religioso basó su escrito en todo aquello que le contaron los indígenas y también en la vivencia que tuvo con ellos. Al leer ese libro, que era el libro sagrado de los Quiché, descubrimos que después de varios intentos de creación de los seres humanos, los que resistieron en esta región fueron los hechos con granos de maíz por la abuela Ixmucané. ¿No les parece sorprendente que los salvadoreños también somos descendientes de ellos? El pan francés fue un invento traído por Gerardo Barrios hasta en el siglo XIX, y aunque muchos jóvenes dicen que no les gusta la tortilla, la base de nuestro sustento es el maíz (atoles, tamales, pupusas, pasteles, riguas, nuégados, chicha, tortas, quesadillas y una infinidad de alimentos más). Nuestros músculos, al igual que los de aquellos cuatro primeros hombres del Popol Vuh (Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam) están fortalecidos por el maíz.  
Para cerrar este breve comentario te invito a descubrir la historia verdadera de nuestro país y a sentirte orgulloso de ser salvadoreño o salvadoreña, no solo por las pupusas o el torogoz sino porque tenemos unas raíces indígenas que valen la pena ser rescatadas...

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